La música es una de las formas de expresión más universales que existen. Como lenguaje es fácilmente entendible en cualquier idioma, ya que cuenta con una forma de escritura y representación gráfica universal. Algo que hace que su interpretación sea posible por cualquier persona que conozca la terminología y símbolos utilizados en cualquier rincón del mundo. Además, se trata de algo que a todo el mundo gusta. Quien más y quien menos cuenta con alguna canción o composición musical entre sus favoritas. Nada ni nadie puede eludir el ritmo.
Aunque la mayoría tiene la música como un hobby y disfruta de ella a diario, no profundiza demasiado en ella. Sin embargo, existen infinidad de personas que sienten una inquietud especial por este arte y se adentran en el para convertirlo en su forma de vida. Estudiar música es algo que se puede hacer por varias vías, desde aprender de manera autodidacta hasta cursar una carrera en el conservatorio o incluso, acceder a un grado en música. Las opciones son diversas y variadas, por lo que vamos a centrarnos en dos opciones, las más habituales.
Formación a edad temprana
Estudiar música suele ser una elección prematura. Es decir, desde que un niño o niña siente esa inquietud por la música, conviene plantearse la posibilidad de ofrecerle la formación adecuada. Básicamente porque de esta manera es posible ayudarlos a fomentar su pasión y sacar el mayor provecho de la misma. Ante esta tesitura, existen dos alternativas bien definidas: las escuelas de música y los conservatorios.
Partiendo las dos de una misma base y con un mismo fin: la formación musical, podemos encontrar diferencias notables en estas dos vertientes. Las dos instituciones se centran en la enseñanza y educación musical, aunque cada una cuenta con un enfoque educativo diferente. Es fácil asociar la palabra conservatorio a disciplina y dureza, en tanto que la escuela de música, resulta más liviana y, porque no, divertida.
Empezaremos por lo tanto por la parte más divertida y ociosa, por decirlo de algún modo. Una escuela de música, no es otra cosa que una institución que pretende la promoción de la enseñanza práctica y teórica de la música. Por norma general, no cuentan con un programa de estudios rígido. La flexibilidad que ofrece, permite a cada estudiante aprender a su ritmo. Siendo la clave que las personas que se adentran en esta formación, suelen ser aficionadas que no buscan hacer del arte su profesión. Al contrario de lo que sucede en el conservatorio, para matricularse en una escuela de música, no importa la edad. Algo que para los adultos resulta indispensable, puesto que nunca es tarde para aprender y, aunque no se pueda acceder al conservatorio, siempre es posible aprender en una escuela de música.
Si pasamos a la parte formal, el conservatorio es un ente público que ofrece una formación reglada y regulada por el Estado. Se trata de una institución oficial que ofrece en particular, enseñanzas a nivel profesional en canto y los diferentes instrumentos musicales. Esta formación cuenta con tres grados diferentes que se dividen en quince cursos académicos.
Acceder al conservatorio no es sencillo. Requiere superar unas pruebas exigentes para acceder a cualquiera de los niveles que ofrece. Se trate del nivel elemental, el profesional o el grado superior, existen pruebas de acceso y selección, consideradas bastante duras. Además de limitar en cuestión de conocimientos musicales, cuenta con la barrera de la edad. Existe una limitación para acceder a esta formación.
La principal característica de un conservatorio de música, no es otra que su propósito final: formar a sus alumnos en el ámbito de la música a nivel profesional. Razón por la que la carrera en el conservatorio se inicia a los ocho años y no puede pasar de los dieciocho. Esto nos deja claro que no es tan flexible como una escuela de música. De hecho, flexibilidad no ofrece ninguna, aunque es la mejor manera de aprender todo lo relacionado con este arte.
Lo que se enseña en cada formación
Lo que se aprende es esencial. La manera en la que se aprende, lo es más. Lógicamente, cuando algo nos agrada, lo aprendemos con mayor facilidad. Si los conocimientos que se proporcionan se enseñan de forma amena y sencilla, es más fácil calar en los estudiantes. De ahí que las escuelas de música tengan tanto éxito. Su objetivo principal es formar a aficionados y no profesionales. Lo que repercute en que la educación musical no se centra necesariamente en alcanzar una meta profesional, aunque en algunos casos puede ser así, sobre todo si de la escuela de música se pasa al conservatorio.
Algo que debemos señalar es que en muchos casos, es cierto que la escuela de música es la fase previa al acceso al conservatorio. Sin embargo, lo mejor de las escuelas de música, es lo que ya hemos comentado: no hay límite de edad para acceder a los diferentes niveles de educación que ofrecen. Esto hace que se trate del lugar adecuado para estudiar música, tanto si eres adulto como si se trata de un niño o adolescente. En definitiva, las escuelas de música son espacios en los que se imparte una enseñanza flexible, alejada de las enseñanzas oficiales, rígidas y exigentes. Aquí, cada estudiante aprende a su ritmo y siempre disfrutando de la música.
La oferta formativa va desde el canto hasta los instrumentos de percusión. Todo depende de las pretensiones e intereses del alumno. Si se quiere aprender a tocar la guitarra es posible, si se prefiere el acordeón, también. Solo hay que buscar el centro en el que se imparta la formación que se quiere cursar.
Del lado del conservatorio, podemos decir que se trata del comienzo o la línea de salida para una carrera profesional en el mundo de la música. Estudiar en el conservatorio conlleva una carrera de fondo que culmina con una formación reglada en el área concreta de la música elegida. Estos organismos, disponen de varios planes de formación para que cada uno de los aspirantes se especialice en el instrumento que quiera.
La oferta general de instrumentos que se puede aprender a tocar en un conservatorio puede resumirse en piano, violín, flauta travesera, oboe, saxofón o guitarra clásica entre otros muchos. Si bien el instrumento de elección es algo particular de cada alumno o alumna, la formación musical que incluye la teoría de la música, el lenguaje musical o la interpretación musical, es común a todos los estudiantes.
De hecho, la realidad es que los primeros años de formación dentro de un conservatorio, se centran, sobre todo en la teoría y la historia de la música y el entrenamiento del oído. Evidentemente, esto no es excluyente de la formación especializada en un instrumento o canto.
Al ir superando los diferentes cursos, el aprendizaje va más allá, con la finalidad de mejorar las habilidades interpretativas de los alumnos, potenciando sus capacidades en el campo de la composición.
Al contrario de lo que sucede con las escuelas de música que, ofrecen cursos que pueden realizarse en cualquier momento y sin necesidad de continuidad, la carrera de música en un conservatorio, se erige como un camino largo y duro, en el que prima la exigencia y la disciplina. La formación musical en los conservatorios se divide, como ya hemos comentado, en tres niveles.
El acceso puede llevarse a cabo desde lo niveles más elementales, con una edad máxima de ocho años. Una vez realizado y superado cada nivel, es posible realizar las pruebas de acceso para cursar los estudios en la adolescencia. No obstante, no pueden realizarse en la edad adulto, puesto que para convertirse en músico profesional, es necesario adquirir una absoluta y total comprensión de la teoría y práctica musical.
Como decimos, todos los grados que componen la formación ofrecida en los conservatorios, conducen a la obtención de un título oficial que, requiere superar los cuatro años que componen el grado superior. En total, la duración de la carrera formativa del conservatorio, es de unos quince años, contando con iniciarla en el grado elemental y cumpliendo los cuatro o cinco cursos que engloban el curso superior.
Por lo tanto, valorando las diferencias de cada una de las opciones y teniendo en cuenta las pretensiones del estudiante, es fácil decantarse por una de las dos. Sin embargo, para optar a entrar en el conservatorio hay que tener muy claro que la pretensión es dedicarse por entero a la música, razón por la que conviene tomar la decisión adecuada en el momento adecuado. Como hemos visto, se trata de una carrera que empieza a edad temprana.