Ser emprendedor puede ser increíble ¡y liberador! Pero por desgracia no todo es tan bonito como parece. Aquellas personas que se arriesgan y se lanzan a forjar sus propios negocios, también se enfrentan a un gran peligro: cerrar su negocio y perder con él todos sus recursos económicos.
Por desgracia este problema existe y afecta a muchísimas personas que deciden emprender, y por supuesto, no discrimina: afecta tanto a nuevos empresarios, como a empresas sólidas con bastante antigüedad. Basta con que algo no se haga bien o se realice un movimiento inesperado en el negocio, para que algo empiece a fallar y provoque un temido efecto dominó en la empresa.
Sin embargo, a pesar de que esto parece desalentador, no todo está perdido ¡ni siquiera cuando se llega a puntos de extrema negatividad como la quiebra! La ley de la segunda oportunidad puede ayudar mucho en estos casos, y para que estés bien informado, te explicaremos en qué consiste y cómo puedes optar a ella.
¿Qué es la ley de la segunda oportunidad?
La ley de la segunda oportunidad, formalmente conocida como la ley 25/2015, fue aprobada el 28 de julio de 2015. Su propósito es ofrecer una solución a las personas físicas, ya sean consumidores o empresarios, que se encuentran en una situación de sobreendeudamiento que les impide cumplir con sus obligaciones financieras.
En otras palabras, esta ley permite a las personas que no pueden hacer frente a sus deudas iniciar un proceso para cancelar parte o la totalidad de ellas, siempre y cuando cumplan ciertos requisitos.
Esta legislación es particularmente relevante en un contexto económico en el que muchas personas y pequeños empresarios han acumulado deudas insostenibles, a menudo debido a factores como la crisis económica de 2008 y, más recientemente, la pandemia de covid-19. La ley de la segunda oportunidad se basa en la premisa de que, es preferible permitir que una persona física o un empresario pueda reestructurar o cancelar sus deudas y empezar de cero, en lugar de mantenerlos en una situación de insolvencia permanente que no beneficia a ninguna de las partes involucradas.
¿A quién afecta?
Aunque la ley de la segunda oportunidad está diseñada principalmente para personas físicas, sus efectos pueden extenderse a los empresarios individuales (autónomos) y, en algunos casos, a pequeñas empresas.
Es importante distinguir entre los diferentes tipos de entidades que pueden beneficiarse de esta ley para poder entenderla mejor:
- Personas físicas.
Esta es la categoría más directamente beneficiada por la ley de la segunda oportunidad. Los particulares que no pueden hacer frente a sus deudas pueden acogerse a esta ley para buscar una solución, que puede incluir la reestructuración de la deuda o su cancelación parcial o total.
- Empresarios individuales.
Según nos explica Despacho Calero, los autónomos que han acumulado deudas insostenibles en el transcurso de su actividad empresarial también pueden acogerse a la ley de la segunda oportunidad. En estos casos, el empresario individual puede buscar la exoneración de las deudas ligadas a su actividad, lo cual le permite reiniciar su negocio o emprender nuevas actividades sin la carga de la deuda anterior.
- Pequeñas empresas.
Aunque la ley no está directamente diseñada para personas jurídicas como las pymes, en ciertos casos, los socios de pequeñas empresas que han avalado personalmente las deudas de la empresa pueden beneficiarse de esta ley. Sin embargo, esto requiere que el empresario individual o el socio afectado asuma personalmente la deuda de la empresa, lo que le permitiría acogerse a la ley de la segunda oportunidad para aliviar su carga económica.
¿Qué requisitos se deben cumplir para acogerse a ella?
Para que una persona o empresario pueda acogerse a la ley de la segunda oportunidad, es necesario cumplir una serie de requisitos, como es lógico; estos requisitos están diseñados para asegurar que la persona que busca la exoneración de sus deudas lo haga de buena fe y no como un medio para evitar sus obligaciones financieras de manera indebida.
Entre ellos, distinguimos:
- Actuar de buena fe.
Este es el requisito fundamental para poder acogerse a la ley de la segunda oportunidad. La buena fe se demuestra, entre otras cosas, no habiendo rechazado una oferta de empleo adecuada en los últimos cuatro años y no habiendo sido condenado por delitos económicos, contra el patrimonio, falsedad documental, entre otros.
- Intento previo de acuerdo extrajudicial.
Antes de poder solicitar la exoneración de las deudas, es necesario intentar llegar a un acuerdo extrajudicial con los acreedores. Este procedimiento es supervisado por un mediador concursal, cuyo objetivo es alcanzar un acuerdo entre el deudor y los acreedores para reestructurar la deuda de manera que sea manejable para el deudor.
- Insuficiencia patrimonial.
El deudor debe demostrar que no tiene suficientes activos para hacer frente a la totalidad de sus deudas. Esto se analiza a través del proceso de acuerdo extrajudicial, y en el posterior concurso de acreedores.
- Solicitud de concurso de acreedores.
Si no se logra un acuerdo extrajudicial, el siguiente paso es solicitar un concurso de acreedores, en el cual se procederá a la liquidación de los activos del deudor para pagar a los acreedores en la medida de lo posible.
- Exoneración del pasivo insatisfecho.
Tras la liquidación de los activos (y si se cumplen los requisitos) el juez puede decidir la exoneración del pasivo insatisfecho, lo cual da como resultado que las deudas restantes pueden ser canceladas.
¿Qué impacto tiene esta ley ante las empresas que han llegado a la situación de quiebra?
El impacto de la ley de la segunda oportunidad en una empresa en quiebra puede ser diferente si tenemos en cuenta el tipo de empresa y la situación financiera concreta.
Para entenderlo mejor, lo dividiremos en los siguientes puntos:
- Autónomos y empresarios individuales.
Para los autónomos y empresarios individuales, la ley de la segunda oportunidad puede ser un gran medio de salvación: decimos esto, ya que, en múltiples ocasiones, los autónomos ponen en riesgo su patrimonio personal para financiar su actividad empresarial (como su casa, su coche, o incluso la casa y bienes de sus padres). De esta forma, en caso de quiebra, la empresa y los trabajadores no son los únicos afectados, ya que el empresario también puede perder su hogar y otros bienes personales debido a las deudas, dando como resultado un caos económico total en la vida de la persona afectada.
La ley de la segunda oportunidad permite que, bajo ciertas condiciones, estos empresarios puedan liberarse de esas deudas y comenzar de nuevo sin la carga económica previa.
Todo esto es especialmente relevante para los pequeños negocios que no tienen acceso a los mismos recursos financieros que las grandes empresas; además, la oportunidad de poder empezar de nuevo sin deudas puede fomentar el espíritu emprendedor y animar a la creación de nuevas empresas, lo cual es beneficioso para la economía en general.
- Pequeñas y medianas empresas (PYMES).
Aunque las pymes como entidades jurídicas no pueden acogerse directamente a la ley de la segunda oportunidad, la normativa concursal ha incorporado mecanismos que facilitan la reestructuración y liquidación ordenada de empresas en dificultades. Sin embargo, cuando los socios o los administradores han avalado personalmente las deudas de la empresa, éstos pueden verse involucrados personalmente en el proceso; en estos casos, los socios pueden acogerse a la ley de la segunda oportunidad para intentar exonerarse de las deudas que han asumido como avalistas, consiguiendo así salir del problema de forma eficaz.
Por otro lado, la ley también puede servir como un incentivo para que los empresarios busquen soluciones alternativas antes de que la situación se agrave hasta el punto de la quiebra total. Por ejemplo, intentar un acuerdo extrajudicial con los acreedores antes de recurrir a la insolvencia puede ser una opción viable para reestructurar la empresa y evitar consecuencias más graves.
- Reputación y relaciones comerciales.
Acogerse a la ley de la segunda oportunidad también tiene un impacto en la reputación de la empresa y del empresario. Esto ocurre, porque, a pesar de que la ley ofrece un gran alivio de carga económica para aquel que la solicita, dicha ayuda también puede ser percibida de forma negativa por algunos acreedores y socios comerciales, lo cual podría afectar las futuras relaciones comerciales y la capacidad de obtener crédito.
Sin embargo, para muchos empresarios, la posibilidad de empezar de nuevo sin deudas supera cualquier impacto reputacional a corto plazo, ya que pueden verse en la calle en tan solo un abrir y cerrar de ojos.
- Aspectos fiscales.
Por último, en términos fiscales, la ley de la segunda oportunidad también tiene implicaciones importantes. La exoneración de deudas puede tener efectos en la declaración de la renta del empresario, ya que el importe de la deuda exonerada podría considerarse como un ingreso percibido; no obstante, la normativa fiscal contempla ciertas exenciones para evitar que el deudor que ha pasado por este proceso se vea inmediatamente ahogado por nuevas obligaciones fiscales.
Así es: esta ley supone un gran alivio económico para aquellos que puedan acogerse a ella. Así que, ahora que ya conoces su funcionamiento, recuerda acudir a un buen abogado o asesor en el caso de que tú o alguien de tu entorno se vea afectado por algo así.
¡Nunca pierdas la esperanza! Afortunadamente, hoy día existen leyes que nos abalan y nos ayuden en los peores momentos.